lunes, 24 de noviembre de 2025

DISHONORED MATRE

Madre nuestra que estás en la tierra. Una eres, infinitamente dividida en la multiplicidad de tus manifestaciones. Santo es tu nombre, Uno. Nosotros, minúsculo e insignificante evento tuyo te dimos muchos nombres: "Pan nuestro de cada día", y también orden, caos, luz, oscuridad, semilla, útero, agua, fuego, paz, guerra, mediadora, compasión, venganza, caldero, forja, poción, copa, hada, bruja, flecha, arco, árbol, flor, planeta, estrella, constelación, galaxia, filosofía, poesía, leenda, loba, vaca, grulla, serpiente, dragona, vida, muerte. Con muchos nombres te hemos reformulado y narrado en nuestros venerados mitos ya casi olvidados. Con ellos relatamos nuestros avatares y aspiraciones y dictamos jerarquías entre nosotros. ¡Oh, si, las jerarquías! Lo último fue contar que eras un varón enojado contigo. ¡Nada menos que contigo!
Borraron tus hazañas, tus nombres y tus cultos. Enterradas quedaron tus representaciones y nosotros y nosotras engañadas, despojadas y aterradas intentamos disimular que alguna vez te habíamos reconocido, percibido o sentido. Aunque, no lo logramos del todo, hay que reconocerlo.
¿Y ahora? ¿Dónde está escrita tu gloria? Los hijos de la palabra olvidaron- o quizá solo siguen disimulando- que tu idioma ya está escrito por tí y que es imborrable y que has inventado una lengua tan rica que eres capaz de combinaciones infinitas y que ya has producido incontables frases, textos, libros y sagas. 
Aún ciegos ante tu incognoscibilidad se han afanado los hombres asustados en desentrañar pedacitos de algún texto tuyo. ¡Cuántas espirales han desenrollado! Y ya se aprestan impacientes a reformular frases para componer versos que calmen su miedo; quién sabe si tú ya cantaste esos versos hace un instante o una eternidad. 
Entre tanto, tú sigues ahí, impertérrita, cual perra, que saciada tras una buena caza, se tumba para dejar mamar a sus cachorros mientras contempla con deleite casi extático el bello ocaso. 
                                                                                    
                                                                                    Chit de Dali.






No hay comentarios: